Este es un extracto del documento:REGLAMENTO DE CULTOS.
2.1. La Biblia (Antiguo Testamento: Tora, Zabur y Nabi; y Nuevo Testamento: Injil; Lc.24:44) es, en la totalidad de sus textos originales (en Hebreo, Arameo y Griego), la Palabra inspirada e inerrable de Dios (2Ti.3:16,17; 2P.2:20-21; 3:15-16). Es la única fuente autoritativa y suficiente, para determinar la doctrina y la práctica en asuntos de fe (1Co.4:6; 2Ts.3:14-15). El proceso de inspiración y revelación escrita quedó sellado (finalizado) con la venida de Cristo y con la fijación del canon del Nuevo Testamento (Lc.16:16; Ap.22:18-19).
2.2. Existe un sOlo Dios (Dt.6:4; Mr.12:29); creador, sustentador, soberano y juez del universo; omnipotente, omnipresente y omnisciente. Quien se ha revelado como Padre (ESENCIA invisible), Hijo (VERBO eterno) y Espíritu Santo (POTENCIA divina); existiendo en estas tres PERSONAS desde la eternidad hasta la eternidad como un solo y único SER divino (Gn.1:1-3; Mt.28:19). Dios es amor (1Jn.4:8, 16) y su propósito final es compartir su dicha eterna con los redimidos (1Ti.2:4-5).
2.3. El ser humano ha sido creado para disfrutar de una relación de amor y devoción a Dios, deleitándose en El y glorificándolo en todo (Jn.4:23-24; Is.43:7, 21; 1Jn.4:7-8). Pero por cuanto todos los hombres han pecado, todos han sido destituidos de la gloria de Dios (Ro.3:23) y son totalmente incapaces de reunir méritos para satisfacer las demandas divinas de justicia y santidad (Ro.3:10-20), habiendo heredado de sus padres la condición caída (Ro.5:12; 1Pe.1:18). Por lo cual, por nacimiento y en tanto no se rinden al Salvador, están bajo el justo juicio de Dios (Jn.3:18, 36; Ef.2:1-2).
2.4. Jesucristo es el Salvador anunciado por todos los profetas (Lc.24:27; Hch.3:18), el Verbo de Dios encarnado por el poder del Espíritu Santo a través de la Virgen María (el término Hijo de Dios tiene un significado meramente espiritual y no biológico; Jn.1:1-3, 14, 18). Su vida sin pecado, su muerte expiatoria y su resurrección al tercer día (Jn.1:29; 1Co.15:3-4), son el único mérito, eternamente válido, necesario y suficiente para salvar al hombre de la perdición eterna (Ro.5:18; He.5:9-10). Ascendido a la diestra del Padre tras vencer a la muerte, el Salvador vive siempre para interceder por los redimidos (Ef.1:20-23; He.7:25).
2.5. Todo aquel que por un Arrepentimiento genuino y la Fe en Jesucristo como Señor y Salvador personal se entrega incondicionalmente, es justificado ante Dios sin que sus obras se le imputen como mérito (Ro.3:24-25; 4:4-8). Todo beneficiario de esta salvación, como resultado de esta gracia y en expresión de su devoción y gratitud (Ro.5:1-2; Ef.1:6, 12, 14), se somete en obediencia al Señor (Ro.1:5; 15:18-19; 16:26), buscando agradarle en todo y esforzándose en practicar buenas obras, las cuales Él preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (2Co.5:9; Ef.2:8-10; 1Jn.2:6).
2.6. El Espíritu Santo, en el momento de la conversión produce un nuevo nacimiento en el espíritu del creyente, estampándo a la vez su sello como garantía de la herencia eterna del redimido (Jn.3:3-8; Ef.1:13-14). El Espíritu Santo habita permanentemente en el creyente (Jn.14:16; Ro.8:9), lo fortalece plenamente para que prosiga una vida de comunión con Dios y santidad (Gal.5:22-23), y lo capacita equipándolo con dones espirituales para que se dedique al servicio de los demás en, a través y a disposición de la comunidad de creyentes (1Co.12:4-7, 11).
2.7. Todos los salvos forman la Comunidad de Fieles (la Iglesia; Hch.2:47), que se organiza y reune regularmente en congregaciones locales para practicar la adoración y culto, satisfacer conjuntamente sus necesidades espirituales, practicar su fe, crecer en madurez y en el aprendizaje de la Palabra de Dios (Hch.2:42). A parte de los líderes reconocidos por cada congregación local, no se aprecia en el N.T. ningún sistema de gobierno centralizado que abarque a todas las iglesias. Jesucristo es la Cabeza única e intransferible de la Iglesia Universal (Ef.1:22; 4:15; 5:23; Col.1:18).
2.8. Satanás, quien fué creado como un ángel perfecto, en su autocontemplación y soberbia se reveló contra Dios (Is.14:12-15; Ez.28:12-19), constituyéndose en su enemigo por excelencia. Vencido en la cruz conforme a la promesa divina (Gn.3:15; Is.3:15: 1Jn.3:8), ha sido despojado de sus ‘armas’ (Mt.12:28, 29; Col.2:15), pero continúa cegando el entendimiento de los incrédulos con sus engaños (2Co.4:4). Los creyentes reciben del sacrificio de la cruz y de la presencia del Espíritu Santo, la fuerza y la gracia para vencerlo (Ap.12: 10-11), resistiendo en fe y obediencia sus mentiras, tentaciones y ataques (Ef.6:10-18; Stg.4:7; 1P.5:9).
2.9. Jesucristo ha prometido regresar a la tierra en persona para consolidar su reinado de paz y justicia (Mt.25:31). En EL Fin DEL MUNDO que conocemos, los muertos resucitarán para presentarse al Juicio Universal, donde los salvos serán destinados a una felicidad de comunión sin límites con Dios y con todos los redimidos, mientras que aquellos que hayan rechazado la gracia divina serán entregados a una perdición y vergüenza eterna, destituidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder (Mt.25:46; Jn.5:29; 2Ts.1:9; Ap.21:1-7; 22:1-5).